sábado, 19 de julio de 2014

8ª etapa - Portomarín (Lugo) – Santiago de Compostela (Coruña) – 92.3 kilómetros





















Lo que nos temíamos, llovía.  Desayunamos, organizamos todo, puse el impermeable a las alforjas y arrancamos.  Creo que a los 5 minutos de salir ya íbamos con todo mojado, qué manera de llover, es Galicia, hubiera sido una anécdota inimaginable pasar Galicia sin lluvia; fue difícil, Goyo lo pasó mal; recuerdo que estábamos los dos y las dos bicis metidos debajo de una marquesina de autobús en la orilla de la carretera, lloviendo a jarros, probablemente llevaríamos 5 kilómetros y hoy había que hacer 90. La subida al salir de Portomarín se hizo interminable. Yo no llevaba protector de agua para las alforjas creo que me pesaban el doble, las piernas ya no respondían igual que el primer día, hicimos mil paradas y tuvimos que cambiarnos de ropa 2 veces porque íbamos calados hasta los huesos a pesar de llevar puesto el chubasquero.
No nos atrevimos a pisar el camino y fuimos por carretera y por corredoiras asfaltadas, de los mejores paisajes de todo el camino, las corredoiras cubiertas de maleza, queríamos comer pulpo en Melide y queso en Arzúa; en Melide fuimos a la famosa pulpería Ezequiel, donde nos encontramos gente de Zaragoza, me acuerdo que había un chico con la camiseta del Zaragoza y nos hicimos una foto, siempre es muy especial encontrarte a gente de tu tierra cuando estas fuera. En Arzúa comimos queso, recuerdo que estaba buenísimo yestuvimos a punto de comprar pero tal y como llevábamos la alforja mojada y que faltaba un día para volver casa nos frenó y no compramos, parecía que por fin había parado de llover. 
Creíamos que estábamos  ya en Santiago, pero no, la cuesta antes del aeropuerto nos pareció el Tourmalet, imagino que sería el cansancio y el haber hecho media etapa lloviendo, fue totalmente inesperada apareció de la nada, cuando llegue a arriba le pregunté a Félix si esa cuesta no estaba en rojo (esa marca indica máxima dificultad) en los mapas del bicigrino. Otra vez se nos puso a llover a cántaros y tuvimos que refugiarnos en una especie de bar que había un poco antes de la TVG, nos tomamos un par de Estrella Galicia hasta que paró y ya continuamos hasta Santiago, lo cierto es que la sensación al entrar en la plaza del Obradoiro no fue lo que habíamos pensado, por el cansancio, por el día tan malo que habíamos pasado, y por estar toda la catedral llena de andamios y además entramos por donde entran los peregrinos a pie hay escalones con lo que tuvimos que desmontarnos de las bicis y entrar a pie. No sé, yo por lo menos fui asimilando las cosas al cabo de los días, o incluso meses; te vas dando cuenta de la hazaña y de la importancia que tiene.  Fuimos a la oficina del peregrino a sellar y a recoger la Compostela, luego a casa de Anxo, que nos acogió en su casa maravillosamente, limpieza, descanso y nos fuimos por ahí a cenar; nos retiramos pronto a dormir.

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